Servidumbre y grandeza del instructivo
Género: Narrativa
El instructivo considerado como género literario tiene más posibilidades de excelencia que las que estamos dispuestos a concederle en un primer examen. Desde luego, contamos con los clásicos para andar en bicicleta que, si no recuerdo mal, rescató Zaid del Tesoro de la juventud, y aquel Para subir escaleras que, creo, redactó Julio Cortázar. Ambos siguen el procedimiento literario (muy popular en México en sus presentaciones extraliterarias) de hacer complicado, oscuro y arduo lo sencillo. Y se fundan en el retórico que consiste en aplicar el lenguaje propio para hablar de un orden de cosas a otro diferente, como puntualmente lo hiciera Julio Torri en De fusilamientos, donde se examina ese modo de hacer culminar una vida desde sus aspectos estéticos, gastronómicos, de confort y de buenas maneras. Los ejemplos de este tipo de literatura obviamente pueden ser incontables: instructivos para levantar la tapa de un piano, acariciar a un perro, inflar un globo, para la caza de la mosca o el uso verosímil de la goma de borrar. Siempre que hablamos desde un teléfono tragaveintes, menospreciamos la prisa y no podemos privarnos del placer de leer el instructivo; porque todos los placeres conllevan sus excesos y sus defectos.
II
Prima hermana del instructivo es la “forma” que es preciso llenar con letra de molde o a máquina; ¿qué tendrá la forma que nos induce siempre al error y a la mácula?, ¿dónde hallar el fundamento del horror y la torpeza que nos inspiran esos pequeños espacios en Blanco? Mientras se resuelven estas mediocres cuestiones reparemos en que los poemas dispuestos como formas podrían llegar a ser muy populares; “estaba hermosa como (...)”, escriba dentro del paréntesis a máquina o con letra de molde la palabra que parezca más adecuada. Se podría hacer así una poesía de participación ahora que la manía de que todo el mundo participe en todo está declinando. “La cabra (...) y suntuosa / (...) en los ojos resplandecientes / el fuego de tus (...) / fénix de (...) y salamandra (...) / (...) (...) princesa gorda / y (...) (...) nada ha quedado de (...) / diosa (...) y balsámica.” En este poema-forma se cuenta con la ventaja de tener, en cierta medida, en uno solo muchos poemas; el procedimiento consistiría en imprimir el poema-forma y enviárselo (con una velada amenaza en caso de ausencia de respuesta) a Sabines, a los Huerta, a Liguori, a Ulalume, a Blanco, a Paz, a J.E. Pacheco, a todos los poetas conocidos y, sobre todo, a los desconocidos, a los tímidos militantes del poema clandestino y a quienes se niegan a reconocer al poeta desgarrador que guardan en su corazón.
IV
El mapa pertenece también a la familia. Un modo ilustre de mapa, que no se degrada hasta el dibujo esquemático, es lo que podríamos llamar inesperadaspúascartográficasanexoartefactoalmohadadeslumbrantesdeliberadamentemetafísicaprospereimprovisadosvenalesdisfrutes
Hugo Hiriart, “ Servidumbre y grandeza del instructivo”, Disertación sobre las telarañas y otros escritos, 1980, reproducido por Material de Lectura, selec. y nota de Lauro Zavala, UNAM, México, 1998, pp. 9-12 (El Cuento Contemporáneo, 110).
Semblanza: Hugo Hiriart